De visita a mis escritores

"Pues aquí estoy", en Vilanova de Arosa, al lado del magnífico Marqués de Bradomín y delante de la estatua sedente de don Ramón Mª del Valle Inclán. Obsérvese que me he sacado o sombreiro, cual corresponde a la actitud respetuosa que se ha de mantener ante uno de los grandes monstruos de la literatura española y de  su creatura incomparable. Valle, que era medio ácrata, creó ese marquesón golfo, presumido, a imagen y semejanza de lo que hubiera querido ser. ¿Se puede ser más grande que siendo Valle Inclán? Por eso "aquí estoy" a su lado, para ver si se me pega algo, aunque sea poco, cuando me entran las ganas de escribir.

He entrecomillado eso de "pues aquí estoy" porque no es mía la frase: es de la Infanta Elena. Una tarde estaba con mi mujer en un supermercado cercano a mi casa cuando me encontré con esta augusta señora, con su carrito lleno de víveres y otros menesteres.

- ¡Qué me gusta una Infanta de España haciendo la compra, sola, en el súper! - dije para besar su mano a continuación.

- Pues aquí estoy - contestó toda naturalidad.

Es la hija de quien ha hecho Marqués de Bradomín a don Carlos Luis del Valle-Inclán y Blanco, hijo a su vez de don Ramón.

Se dice que éste se inventó un curioso lema para su escudo de armas: "El que más vale, no vale lo que Valle vale". Amén.

Este tipo que a mi lado está es don Hans Christian Andersen, famoso cuentista del Norte, que no es Bilbao. Nos sentamos juntos a la vera del puerto de Málaga, donde parece que sentó él sus reales hace ya algún tiempo. Hablar, lo que se dice hablar, no hablamos mucho, pero nos entendimos. Es lo que tenemos los intelectuales.