En blanco
Hay días en los que uno se pone a escribir con la mente en blanco y no tiene ni idea de qué le va a salir, si es que le sale. Bueno, casi siempre viene algo a la cabeza, al cabo de unas líneas. Hoy se me da este caso; de momento no tengo ni la menor idea de por donde voy ni siquiera hacia qué derroteros me va a llevar esta manía mía de emborronar espacios, antes hubieran sido cuartillas, holandesas o folios. A mí me gustaba particularmente la holandesa; encontraba que era un formato discreto, ni muy grande ni muy pequeño, discreto, ya digo, elegantito; y si el papel era de los llamados "tela", mejor que mejor, con su membrete en relieve, o sea, en seco, que ya suponía un lujazo. Claro que con esto de los ordenadores nos lo organizamos todo nosotros mismos; ya nos sobran las imprentas: se compra el papel y te pones el membretillo con la letra que te gusta y tu color preferido. Eso sí, el relieve ya no lo puedes obtener por tu cuenta, lo sustituyes por la "negrita". Y ya está, al fin salió algo. ¡No saben cuánto me alegro! Un amigo.
1 comentario:
Las holandesas... Bueno, como tú ya sabes yo prefiero a los holandeses, jajajaja. ;)
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