LOS TONTOS QUE EN EL MUNDO HAN SIDO
(II)
No se sabe bien, pero, después de la victoria contra el Demonio (ya no era Luzbel ni Lucifer sino Satán o Satanás o el Diablo o el Demonio - dicho en pueblerino: el Demoño) parece que pasaron muchos años, miles, millones de años, hasta que Dios se decidió a crear; vamos, que se estuvo pensando muy mucho lo de la famosa Creación...
Y comenzó a pensar en hacer eso de la materia: cosas en tres dimensiones o así (aunque leáis ésto, lo de los vascos vino muchísimo después, aunque ellos creen que no, probablemente piensan que el Paraíso estaba donde Bilbao).
El caso es que un día se puso a trabajar - porque Dios también trabaja y no se jubila nunca, cosa que propone, más o menos, Felipe González - y a fe que lo hizo a conciencia
Se hizo su sinopsis de trabajo, su planteamiento y empezó por el principio:
Primer día: "Fiat LUCEM" - Hágase la LUZ - y la luz se hizo. Es natural; todavía quedaba mucho por hacer y no se iba a estar a oscuras. Así pues, separó la luz de las tinieblas y éstas se las mandó al averno, o sea, el infierno.
Segundo día: Creó los cielos y la tierra, separando las aguas de ambos.
Tercer día: Agrupó las aguas de la tierra y las llamó mares y ríos; y ordenó a la tierra que produjera semillas, plantas y frutos; y la tierra, muy obediente, lo hizo.
Cuarto día: Para la cosa del día, la tarde, la noche: creó el sol, la luna y las estrellas ¡Una gozada! Gracias a estos inventos podemos ver la plata de la luna en la Caleta de Cádiz, digo yo, o contemplar el amanecer desde la Punta de San Felipe.
Quinto día: Se dedica a hacer unos rellenos, verbi gratia: pone peces y otros animales marinos en los mares y océanos, claro; aves por la inmensidad celeste, que animan el ambiente con sus aleteos, con sus vuelos y sus gorjeos y sus trinares.
Sexto día: Continúa con los rellenos, esta vez para la tierra: todo tipo de bestias de dos y cuatro patas, con cuernos y sin ellos, fieros y dóciles, simpáticos y antipáticos, bonitos y horrorosos; el caso era rellanar. Y, como colofón, agarra una buena pella de barro, modela con ella una figura que resulta ser EL HOMBRE. Pero éste le sale un poco aburrido; no sabe nadar, no vuela ni gorjea ni nada de nada. Dios se pone a cavilar y va y dice: "No es bueno que el hombre esté solo"; le atiza un mamporro, a falta de anestésico, e inventa la operación quirúrgica. Así, le quita una costilla y de ella saca una obra de arte: LA MUJER. Y todo en un plís-plás.
Séptimo día: Cae en sábado y decide descansar aunque todavía no inventa el finde.
Pasemos a la historia de los tontos. ¿Quién es más tonto? ¿Él o Ella?. Pues los dos. Porque, vamos a ver: que Dios les pone en el Paraíso para ellos solos, que es como si te dieran el Retiro de regalo de bodas, joé. Y el Paraíso, mucho más grande que el coto de Doñana, tiene árboles frutales, huertas, todo, tiene de todo. Dios, que es muy bueno, les deja a su libre albedrío y solo les pide que no coman manzanas del árbol del bien y del mal; y le pinta una franja blanca, enorme, con cal, para que lo vean de lejos. Bueno pues viene la bicha, que no es sino el demoño, y les cuenta que lo que pasa es que si comen fruta de ese árbol van a ser más poderosos que Dios y, por eso, no les deja.
Y van y comen, los dos, como dos memos. Y ellos, que andaban en pelota picada tan ricamente por todo el Paraíso, se tienen que poner una hoja de higuera para taparse las vergüenzas, porque ahora tienen vergüenzas; y se esconden de la voz de Dios que les castiga: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente", le dice al Adán, que va hecho un idem. "Y tú, Eva, parirás con dolor"...
¡Jódete y baila! Todo este valle de lágrimas se lo debemos a estos dos tontos, tontísimos.
¡Tontos, más que tontos!
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