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Señor con sombrero, agradecido a la vida pese a todo lo que le ha tocado vivir. Otra vez solito en la vida ¡Viva Mercedes! ¡Viva Yo! ¡Viva Bimbo, mi fiel amigo! ¡Viva España!.

domingo, 19 de enero de 2014

A la vejez, viruelas
Viruelas no pero ¿Qué tal una buena apendicitis aguda? Pues eso es lo que he padecido en la última semana.
Dolor sordo continuado en la parte derecha, demarcación del extremo futbolero de la misma mano, que se acentuaba si se apreteba un poco con los deditos. Pues yo decía: "Esto es apendicitis", - "quiá, no es cosa de tu edad" - pues me duele ahí y, si me aprieto, más. Pero si no tenía fiebre ni nada. Hasta que vino la fiebre; primero 37,4º, después, 38.5º. Pues vamos a URGENCIAS - esta palabra hay que ponerla siempre en mayúsculas. Unas cuatro horas en el hospital Gregorio Marañón.

Diagnóstico: que puede ser que sí. pero que parece que no aunque a lo peor es que sí. Pero no merece el gasto de una ecografía: los análisis lo niegan por completo, a pesar de que las palpaciones sean pero que muy sospechosas.

Ande vaya usted a casita y si le vuelve la fiebre o se pone muy malito, tal que de morirse, vuelve usted por aquí y ya veremos lo que podemos hacer con su cadáver.

Afortunadamente, a mi doctora favorita le vuelve su habitual sensatez y se arranca: "Nos vamos a mi hospital". Sería media tarde.

Hospital Universitario de Getafe, URGENCIAS, cirujano de prestigio y amigo de mi doctora favorita: Vamos a hacer nuevos análisis. Nada, los análisis siguen diciendo lo mismo: este tío está sano. No parece cosa quirúrgica, puede ser inflamación o infección del intestino delgado, lo cual se trata con medicamentos. Pero vamos a practicar una ecografía.
La modosita residente de radio, pregunta "¿Donde le duele?" - "Aquí" - Ahí va a parar la pistolita del aparato, nada más empezar. "Pues va a ser que sí" - en palabras de la licenciadita; después, una revisión total por ambos lados, a derecha e izquierda del ombligo, arriba y abajo. Pero la pistolita vuelve al punto de origen, allí donde duele.

"Parece muy claro pero quiero que lo vea el adjunto. Ahora vuelvo con él" El adjunto y la residente acuden de nuevo ante la maquinita: "Clarírisima, una apéndice engordada y rebelde, ella" No hay la menor duda, es apendicitis. Hay que operar ya.

El intestino delgado se cabrea porque le querían echar la culpa mas nadie le hace caso porque hay algo más urgente, limpiar todo eso que se ha producido con la perforación del apéndice: dos horitas de intervención, practicada por el sistema de laparoscopia. El anciano Larroca está salvado.

"¿Qué, Papá, ahora a buscarte un sarampión, unas buenas paperas y una rubeola bien cargadita? Así vuelves a tu infancia". Es el comentario de mis niños cuarentones. ¿Será posible?

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