ALFREDO
El pasado día 11 de abril de 2012, mi amigo del alma, Alfredo Rodríguez Freyre, moría en el hospital de Aranjuez, a los 88 años.
Alfredo fue el más joven de los amigos de mi padre y uno de los más mayores de mis amigos; en cualquier caso, era tan próximo a todos nosotros, los Larroca, que podemos considerarle como un miembro más de nuestra familia, a la que en grado tercero o cuarto, realmente pertenecía por la rama de los Ortiz de Zárate. En todo caso éramos muy íntimos amigos.
Durante años Alfredo se acercaba a la puerta de la tienda de Juan José Recas, enfrente de su casa, donde mi padre se sentaba y allí mantenían la tertulia. La táctica de Alfredo era tirar de la lengua a mi padre con el socorrido tema dinástico de la monarquía. Julián Larroca, o sea mi padre, era juanista de don Juan III y Alfredo había decidido ser carlista después de haber leído a Valle Inclán; es decir Alfredo fue carlista por pura estética literaria, lo que denota claramente su buen gusto. Mantenían atávicas discusiones a sabiendas de que todo aquello era broma, pero se entretuvieron y divirtieron así unos cuantos años y cimentaron una entrañable y profunda amistad. Y yo, querido Alfredo, te agradecí muchísimo aquella deferencia que tuviste con mi padre. Después, en octubre de 1972, a los 68 años, Julián murió y, naturalmente, vino a parar a esta tierra nuestra tan amada de Chinchón; y allí estabas tú, a la puerta de nuestro cementerio, para portar, hombro con hombro a nosotros, el féretro de Papá y comprendí, entonces, que eras mucho más que nuestro amigo y decidí en mi interior adoptarte como hermano mayor y así te pensé el resto de tu vida. Por eso quise despedirme de tí y besar tu frente y hacerte la señal de la Cruz en ella, en recuerdo también del nombre de tu Granja: "La + del Portugués", donde tantas veces charlamos.
El día 11 de abril, festividad de San Estanislao, partiste a reencontrar a tu amigo Julián y otros cuantos que te han precedido. Y, como dijo Luis Lezama, habrás montado tu tertulia con todos ellos y estarás recitando versos con tu tan bien impostada voz:
..."Y tú, Chinchón de Castilla,
no dormirás en mi olvido"...
Hasta siempre, hermano.
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